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Historia

Historia

Notas sobre la historia de la infantería de marina

Desde los inicios de la actividad naval, hace unos cuatro milenios, la guerra en el mar tuvo como elementos esenciales a la batalla naval y a las operaciones en tierra a partir de una fuerza embarcada. En uno y otro caso las naves contaban con tripulantes que se encargaban de su operación (a remo, vela o vapor) y con un conjunto de hombres armados que tenían a su cargo el combate propiamente dicho. En estos casos, al menos hasta la segunda mitad del siglo XIX, el combate implicaba tomar una posición ventajosa frente al enemigo, causarle la mayor cantidad de bajas con armas de largo alcance y finalmente abordarlo y rendir a su tripulación, labor que recaía esencialmente en la tropa embarcada. Esta forma de conducir la guerra en el mar motivó que, al menos desde el siglo XVI, se destinaran fuerzas terrestres a servir a bordo de las naves de guerra en forma más o menos permanente. A partir del siglo XVII, cuando se llevaron a cabo las reformas que dieron origen a origen a las armadas modernas (Francia, Gran Bretaña y España), esa tropa pasó a ser denominada infantería de marina.

El Perú no estuvo al margen de este proceso, siendo así que la primera organización naval peruana, la Armada de la Mar del Sur (1578-1746), contó a partir de 1616 con cinco compañías de infantería, de cien hombres cada una, cuya única función era servir de guarnición de esas naves . Organizadas en lo que se conoció como el presidio del Callao, sus hombres constituían usualmente entre un cuarto y la mitad de la dotación de las naves. Esa tropa de marina, crecientemente criolla, subsistió a la desaparición de la Armada de la Mar del Sur, siendo finalmente disuelta por las reformas militares del Virrey Teodoro de Croix entre 1784 y 1790 . Un destacado miembro de esa fuerza fue el soldado limeño Máximo Rodríguez, a quien le cupo un papel importante en las expediciones llevadas a cabo por el virreinato peruano a la isla de Tahití, escribiendo un diccionario de esa lengua y conviviendo con los nativos por casi un año.

Estado de fuerza de la 1ª Compañía de la Brigada de Infantería de Marina, fechada el 1º de abril de 1822

Capitán de Navío Manuel Villar. Siendo guardia Marina, se distinguió al mando de la tropa de Infantería de Marina en la captura del fuerte Cruces, Guayaquil, el 22de noviembre de 1828.

La defensa naval del virreinato peruano fue asumida plenamente por la Real Armada española a mediados del siglo XVIII, actuando en conjunto con la mencionada tropa de marina criolla, la que llegó a operar no sólo en nuestro litoral sino también en España. En 1796, poco después de la disolución de dicha compañía, se estableció un depósito de tropa de los batallones de marina, en base a algunos Sargentos, Cabos y Soldados de marina que aquel año arribaron en la escuadra de Ignacio María de Álava. Si bien la mayoría de ellos era natural de España, con el correr de los años comenzaron a aparecer entre sus filas algunos criollos.

Las luchas por la independencia implicaron una serie de cambios en la defensa de los intereses peruanos en el ámbito marítimo. Muchos criollos y peninsulares abrazaron la causa patriota, mientras que otros tantos optaron por sostener la monarquía. Entre los primeros destacó Francisco Vidal Laos, quien se unió a la escuadra de Cochrane en 1819, y junto con otros jóvenes peruanos, pasó a formar parte de la infantería de marina embarcada. A principios de 1820, ya como alférez, Vidal se distinguió en la captura de los fuertes de Valdivia y en las operaciones sobre Chiloé, uniéndose posteriormente al Ejército de los Andes que comandaba San Martín.

A fines de setiembre de 1821, luego que la guarnición realista del Callao capitulara, el flamante gobierno peruano inició el proceso de organización de una fuerza naval propia, bajo las normas iniciales aprobadas por San Martín el 6 de octubre de ese año. Sobre esa base legal, el 23 de octubre de 1821 el Capitán de Navío Guise, Comandante General de Marina, solicitó dos Sargentos, cuatro Cabos, dos Tambores y treinta Soldados escogidos para que constituyeran la guarnición de los bergantines Balcarce y Belgrano. Aquellos hombres fueron puestos a órdenes del Sargento Mayor Marcelino Carreño, a cuya instancia el 6 de noviembre de 1821 el Comandante General de Marina planteó al ministro del ramo la formación del Batallón de Marina. En las siguientes semanas, la tropa de ese batallón fue incrementada y el 24 de noviembre de ese año, al decretarse la clasificación de la oficialidad de la marina, se señaló el uniforme de que los que estaban a cargo de la tropa de marina, así como del personal que la conformaba.

Lo cierto es que el Batallón de Marina ya existía a finales de 1821 y al año siguiente dicha unidad había sido aumentada a dos batallones, conformando la Brigada de Marina. Provenientes de diversas unidades de ejército, sus efectivos eran embarcados usualmente a cargo de Sargentos, por lo que su actuación en tierra o en operaciones de abordaje era dirigida por oficiales navales.


Esto variaba cuando se trataba de naves de mayor porte, como la fragata Presidente, en la que sí se embarcaba un oficial de la brigada. Estos oficiales, así como la tropa a su mando, fueron seleccionados para que pudieran brindar un servicio adecuado a bordo de las naves, y en muchas ocasiones hacían toda o buena parte de su carrera en dicha unidad.

Efectivos del Batallón Guarnición de Marina embarcados 1º de Julio de 1880

En la segunda mitad de 1822, cuando se conformó la fuerza destinada a la Primera Expedición a Puertos Intermedios, la tropa de la Brigada de Marina fue trasferida casi en su totalidad al 2° Batallón de la Legión Peruana10. En marzo siguiente, luego del fracaso de esa expedición, Guise asumió el mando de la escuadra, siendo una de sus primeras preocupaciones el reconstituir las compañías de in­fantería de marina11. El bautizo de fuego de esa fuerza tuvo lugar el 2 de junio de 1823, cuando la escuadra se presentó en Arica y, como señala Guise, tomó la ciudad “a la fuerza ayudado del corto número de soldados y tripulación de mi fragata, tremolando nueva­mente la bandera de la patria”. El mando de esas fuerzas recayó en el capitán de navío Tomás Carter, coman­dante de la fragata Protector, combatiendo durante varios días hasta posesionarse de la ciudad.


Capitán de Navío Juan Fanning, comandante del Batallón de Guarnición de Marina

El 9 de julio de 1824 los integrantes de la Brigada de Marina volvieron a distinguirse en el ataque nocturno a los buques que se encontraban en la bahía del Callao. En esa ocasión los atacantes tuvieron cinco muertos y once heridos, uno de los primeros y dos de los segundos pertenecían a la Brigada. La guerra de la independencia peruana concluyó en enero de 1826 con la rendición del Callao. Una de las últimas acciones de esa campaña fue la captura del Castillo San Rafael (posteriormente Santa Rosa), llevada a cabo el 8 de enero de 1826 por una compañía de granaderos del batallón Caracas y por una compañía de marina, “cuyo personal no solamente prestaba importantes servicios en el mar sino que compartía los esfuerzos de tierra. Durante la Guerra con Colombia la Brigada de Marina se distinguió en varias acciones, siendo la primera el combate de Malpelo, el 31 de agosto de 1828, cuando la corbeta peruana Libertad derrotó a la corbeta Pichincha y a la goleta Guayaquileña. Cinco de los diez muertos peruanos fueron infantes de marina, y hubo varios de ellos entre los 34 heridos y quemados de la dotación de nuestra corbeta.


Posteriormente, cuando se iniciaron las operaciones sobre Guayaquil, la tropa de marina participó en varias acciones sobre las defensas enemigas, entre ellas la captura del Castillo de Cruces el 22 de noviembre de 1828. Esa acción, comandada por el guardiamarina Manuel Villar, fue llevada a cabo por la guarnición de la goleta Peruviana y por las lanchas cañoneras de la escuadra. Esa misma noche tuvo lugar un enfrentamiento entre una lancha peruana al mando del alférez de fra­gata Pérez Obli­tas y las fuer­zas colombianas en el puerto, resultando de ello la muerte de su joven comandante y de un cabo de infantería de marina. La noche del 23 de noviembre, una nueva incursión de lanchas sobre el puerto concluyó con la muerte de varios tripulantes e infantes de marina.

Al estallar la guerra entre la Confederación Perú-boliviana y Chile, la Brigada de Marina tenía casi un centenar de hombres embarcados y en el Arsenal.

Varios de ellos participaron en la incursión sobre Talcahuano del 23 de noviembre de 1837, en la que fallecieron dos de sus miembros: el teniente primero José María Loayza y el cabo primero José de la Cruz.

Al año siguiente, habiendo prácticamente desaparecido la marina nacional, la Brigada de Marina fue disuelta y sus miembros fueron incorporados al Batallón Pichincha. Pero en noviembre de 1840, tras la derrota de la Confederación, encontramos un decreto supremo estableciendo uniformes para la Armada, entre los cuales se especifica el de la “infantería de marina”.

Durante la guerra civil que se inició en 1843 entre el general Castilla y el presidente Vivanco, la Marina apoyó a este último y en consecuencia efectivos del Batallón de Marina participaron en la batalla que se libró el 28 de octubre de ese año en San Antonio. Pocos días después, el capitán de corbeta José Ortiz de Zevallos, comandante de la barca Limeña, derrotó a las fuerzas vivanquistas el 16 de noviembre en el Alto de Iquerari, cerca de Arica. Entre los que se destacaron en esa acción figuran los tenientes Manuel Pacheco y Esparza, así como los pilotines Fanning y Sotomayor

Con la reorganización de la Armada, llevada a cabo por el presidente Castilla en 1847, la fuerza de Infantería de Marina fue fijada en seis compañías de cien hombres cada una. A partir de ese mismo año se inicia el esfuerzo de penetración en la Amazonía, disponiéndose el envío de 26 hombres del batallón para establecer el fuerte San Ramón, en Chanchamayo. En los años siguientes esa fuerza fue elevada hasta alcanzar el nivel de una compañía en 1854. El 2 de diciembre de 1863, cuando se preparaba la expedición naval que debía establecer de forma permanente la presencia estatal peruana en la baja amazonía, primero en Nauta y luego en Iquitos, se creó la Columna de Marina de Loreto sobre la base del Batallón Marina.

Mientras tanto, en la costa la Brigada de Marina fue incrementada en 1855 para pasar a tener dos batallones, uno de los cuales serviría en la Marina y el otro en el Ejército.

Esta fórmula estuvo vigente durante algunos años, pero en la década de 1870 dichos batallones dejaron de figurar en el estado de fuerza de la Armada. Al parecer, en el proceso de reforma militar emprendido por el presidente Pardo, luego de la revolución de los coroneles Gutiérrez (1872), dichas unidades fueron refundidas en el Batallón Pichincha.

Al iniciarse la Guerra del Pacífico la unidad de ejército que había estado destinada a prestar servicios en la Armada era el Batallón Lima n° 8, el mismo que fue desplazado al sur con las otras unidades del ejército de línea, siendo reemplazado por el Batallón Pichincha y por la Columna Constitución. Esta última, inicialmente al mando del capitán de fragata José Sánchez Lagomarsino, dotó a las unidades de la escuadra y también a las baterías del puerto de Arica, falleciendo varios de sus miembros en las acciones que tuvieron lugar durante la campaña naval.

Capitán Mariano Bustamante, comandante de la 3ª Compañía de la Guarnición de Marina

Grupo de Artillería Móvil de Defensa de Costas en el desfile de Fiestas Patrias de 1949

Cabe destacar que, en la Batalla de Arica, la dotación de la Independencia sirvió no sólo en las referidas baterías sino también en la defensa del fuerte Ciudadela, último punto de la resistencia peruana, donde fallecieron varios de sus miembros al lado del capitán de navío Juan Guillermo More.

La Marina también estuvo presente en otras acciones de la campaña terrestre, siendo así que los matriculados de los puertos del sur conformaron la Columna Navales, que tomó parte en la batalla de Tarapacá, mientras que la Columna de Artillería de Costa, constituida en el Callao al estallar la guerra, también destacó parte de sus fuerzas a la defensa de los puertos del sur.

La Columna Constitución fue extinguida en 1880 pues el 10 de enero de ese año se dispuso la creación del batallón Guarnición de Marina, con 600 efectivos, “bajo exclusiva inspección y dependencia del Comandante General de Marina”. Su función primaria sería servir de guarnición a los buques de la escuadra y debía ser instruido en “las diversas clases de artillería y en la táctica de las fuerzas de desembarco”.

El Capitán de Navío Juan M. Fanning fue su primer jefe, y el 14 de febrero fueron nombrados treinta y siete oficiales de marina y ejército para cubrir los cargos del Estado Mayor y de las seis compañías que tenía. Entre ellos figuraban tres que habían hecho la campaña naval a bordo del Huáscar, los capitanes Bustamante y Arellano, así como el cirujano Rotalde.

El Batallón fue formado sobre la base de la desaparecida Columna Constitución, con varios de los prisioneros de los buques peruanos que habían sido canjeados por los soldados chilenos del Escuadrón de Caballería Carabineros de Yungay, y con algunos voluntarios. Entre ellos figuraba el cabo segundo Agustín Salas, tambor de órdenes, quien había asistido a la jornada de Angamos con escasos 13 años.

El Batallón dotó las lanchas que defendieron la Bahía del Callao del bloqueo chileno, establecido el 10 de abril de 1880, siendo así que el 23 de ese mes, cuando la Urcos rechazó el ataque de las lanchas chilenas Janequeo y la Guacolda, quedaron heridos cinco hombres del Guarnición de Marina29. Las noches del 15 y del 16 de setiembre, casi cien de sus hombres tomaron parte en una fallida incursión a la Isla San Lorenzo. La noche del 6 de diciembre se trabó un combate generalizado entre las lanchas peruanas y chilenas. En dicha acción, la Arno, que iba al mando del teniente primero Antonio Jimeno, sufrió un impacto que hirió a varios de los quince hombres del Guarnición de Marina que la dotaban.

El Guarnición de Marina llegó a la batalla de Miraflores con una valiosa experiencia de combate y con 524 hombres, siendo la unidad peruana más numerosa que participó en dicha acción, encuadrada en la división que mandaba el general Andrés A. Cáceres. La actuación del Guarnición de Marina en Miraflores fue destacada por propios y extraños, no sólo repeliendo dos veces los ataques enemigos sino llevando a cabo sendos contraataques con el Batallón Jauja que hicieron retroceder a las fuerzas chilenas. Las bajas en el Guarnición de Marina fueron elevadísimas, y si bien no contamos con cifras precisas, las fuentes consultadas señalan que superaron los cuatrocientos hombres, entre ellos sus tres primeros jefes: el capitán de navío Juan Manuel Fanning, el coronel graduado Andrés Suárez y el sargento mayor José Antonio Sarrio.

El otro batallón chalaco que participó en la Batalla de Miraflores fue el Guardia Chalaca. Había sido constituido como batallón de reserva en setiembre de 1880, pero sólo el 27 de noviembre se le asignó los oficiales de marina y ejército que debían dotarlo. El mando le fue otorgado al capitán de fragata graduado de coronel provisional Carlos L. Arrieta, quien marchó a la línea de Miraflores con tres de sus compañías, pues dos de ellas debieron permanecer en Lima y al parecer la sexta en el Callao. En esa acción falleció Arrieta y muchos de sus hombres, quedando al mando de los restos de la unidad el alférez de fragata Ramón Valle Riestra.


El lento resurgimiento nacional después de la Guerra del Pacífico llevó a que se restableciera el sistema de asignar oficiales y tropa del ejército para la guarnición de los buques de la escuadra. Esta situación se mantuvo hasta el 2 de febrero de 1919, cuando fue creado el Batallón de Marina, con dos compañías de fusileros, una sección de ametralladoras y una sección de servicios. El mando le fue otorgado al capitán de corbeta Héctor Mercado, quien sería reemplazado en noviembre de 1920 por el capitán de fragata Moisés Pinto Bazurco. Lamentablemente, por razones presupuestales, dicho batallón fue suprimido en marzo de 1922.

Veinte años más tarde, iniciada la Segunda Guerra Mundial y producido el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos logró organizar un sistema defensivo continental que entre sus puntos críticos consideraba al Canal de Panamá y al puerto de Talara.

La protección de este puerto fue asumida por la Armada a fines de febrero de 1942, asignando para ello diversos medios que pasaron a denominarse Servicio Naval de Defensa de Costas, el mismo que fue reforzado en marzo de ese año con una unidad de defensa de costas norteamericana procedente de California. En diciembre de 1942 se cambió de nombre a esa unidad, pasando a llamarse Defensa Naval de Costa de Talara35. A mediados del año siguiente, el 9 de junio de 1943, se creó la Fuerza de Comandos Navales, asignándole como tarea la defensa de costas, las operaciones anfibias y la protección de los establecimientos navales36. Su organización constaría de una compañía de comando, una de ametralladoras, tres de fusileros y una banda de músicos, asignándosele además la batería Alfonso Ugarte y una batería antiaérea de 90 milímetros37. El mando fue asumido por el capitán de fragata Pedro de la Torre Ugarte En atención a la importancia que tenían los medios asignados a la defensa de costas, en abril de 1946 se creó el Comando General de la Defensa de Costas, del cual dependía la Fuerza de Comandos Navales. En marzo de 1948 se dispuso que esta última pasara a denominarse Infantería de Marina, cuya fuerza fue elevada a dos batallones en julio de aquel mismo año. El Comando General de Defensa de Costas comprendía además un Grupo de Artillería Móvil, una Batería Fija de Defensa de Costas y una Flotilla de Barcazas.

Al parecer, la revolución de octubre de 1948, en la que participó activamente el personal de Defensa de Costas, especialmente en la defensa de la Base Naval del Callao contra el ataque de las fuerzas gubernamentales, llevó a la disminución de la Infantería de Marina. En los años siguientes vemos que los miembros de dicha fuerza dotaron el Grupo de Artillería Móvil de Defensa de Costas, el mismo que aumentó su capacidad de fuego con piezas de 155 milímetros.

En 1952, la Armada recibió su primera nave de desembarco, el BAP Chimbote, motivando un creciente interés en organizar los medios navales para conducir operaciones anfibias. Fue por ello que a principios de 1957 se transfirió al Ejército una batería del Grupo de Artillería Móvil a cambio de armamento ligero para organizar un Batallón de Infantería de Marina. Realizado dicho canje, y contando la Marina con un nuevo buque de desembarco, el BAP Paita, el 22 de abril de 1959 se dispuso la creación del Batallón de Infantería de Marina n° 1, el mismo que formaría parte de la Fuerza Naval de Defensa de Costas. El 12 de agosto de 1960, dicho batallón pasó a denominarse Guarnición de Marina, en homenaje a la unidad naval de ese nombre que combatió en la batalla de Miraflores.

Pocas semanas después de la creación de la Infantería de Marina arribaron al Callao otros dos buques de desembarco, los BAP Lomas y Ático, a los que se uniría el transporte de ataque Independencia. Asimismo, a partir de 1963 se envió oficiales a Estados Unidos y Argentina para capacitarse en infantería de marina.

Con algunas de esas unidades navales, la Infantería de Marina comenzó su entrenamiento anfibio, el mismo que fue debidamente apreciado por propios y extraños en la Operación Ayacucho, en la que tuvo lugar un ejercicio de asalto anfibio en Chilca, el 7 de diciembre de 1964. El destacamento de infantería de marina contó con una unidad de reconocimiento anfibio, una de artillería móvil y la participación de infantes de marina venezolanos.

Poco antes, en noviembre de ese año, había sido creada la especialidad de Infantería de Marina, y en diciembre de 1965 se estableció la Escuela Básica de Infantería de Marina, la misma que inició sus actividades en febrero del siguiente año con 32 alumnos. En la medida en que las unidades de infantería de marina fueron creciendo, en setiembre de 1966 se creó la Fuerza de Infantería de Marina.

La necesidad de contar con un espacio adecuado para el entrenamiento y actividades propias de la infantería de marina llevaron a que se hiciera necesario buscarle otra sede fuera de la Base Naval del Callao. Fue así que se seleccionó la Estación Naval de Ancón y en 1970 se iniciaron los trabajos para construir el cuartel de la Fuerza de Infantería de Marina. Las obras concluyeron en julio de 1971 y el 8 de octubre de aquel año se llevó a cabo su inauguración, con asistencia del presidente de la república del Perú.

Ese mismo año inició sus actividades la Escuela de Calificación de Oficiales de Infantería de Marina, que hasta entonces había desarrollado sus labores enviando a los oficiales alumnos a calificarse en el exterior. También en 1971 se creó la Compañía de Comandos Anfibios y tres años después se hizo lo propio con el Batallón de Vehículos Anfibios, en base a los vehículos de reconocimiento Chaimite, y con la Brigada de Infantería de Marina. A mediados de los años setenta se establecieron destacamentos de infantería de marina en Mollendo, Iquitos y Tumbes.

En los años siguientes la Fuerza participó en todas las actividades inherentes a su función primaria, y algunos de sus integrantes tomaron parte en misiones paz en el exterior (Namibia y el Frente Polisario Sahariano, entre otros). Pero la década de los años ochenta marcó un cambio significativo en su vida institucional al verse involucrada en la lucha contra la subversión terrorista que se había iniciado en las serranías ayacuchanas en 1980.

El primer destacamento de Infantería de Marina (Caimán) arribó a Ayacucho en enero de 1983, siendo destinado a vigilar y defender diversos puntos, entre ellos la ruta hacia San Francisco, en el valle del río Apurímac, así como algunas instalaciones claves para las comunicaciones. Poco después se le asignó un área de responsabilidad que comprendía la provincia de Huanta y algunos distritos de la provincia de La Mar. El jefe del destacamento, usualmente un capitán de corbeta, asumió las funciones de jefe político y militar de ese ámbito, estableciendo seis bases contrasubversivas en las localidades de Huanta, Huamanguilla, San José de Secce, Luricocha, Tambo y San Miguel.

Durante dos años los sucesivos destacamentos de infantería de marina actuaron en esa zona sosteniendo varios enfrentamientos con los terroristas y sufriendo la baja de varios de sus integrantes. Controlada la zona, en abril de 1985 el destacamento de Infantería de Marina fue trasladado al valle del río Apurímac, estableciendo su puesto de mando en el aeródromo de Luisiana y distribuyendo sus patrullas en cinco bases contrasubversivas ubicadas a lo largo del río. Inicialmente en las localidades de Llochegua, Sivia, San Francisco y Santa Rosa. Posteriormente, en la medida en que comenzaron a producirse deserciones entre los subversivos, muchos de los arrepentidos fueron ubicados en el caserío de Corazón Pata, cercano a Llochegua, asignándose dos patrullas para su protección.

Durante cinco años se operó en esa zona, llegando a cerrar el paso al accionar terrorista proveniente del río Ene y a controlar la estratégica ruta entre Ayacucho y Cusco. Pero a finales de la década de los ochenta la actividad terrorista se había expandido por diversos puntos del país, siendo uno de los ámbitos donde tenían mayor intensidad el departamento de Ucayali, una provincia del departamento de Huánuco y otra del departamento de Loreto, con casi ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados y un cuarto de millón de habitantes. La pacificación de aquella zona fue encomendada a la Marina de Guerra, pero, a diferencia de lo sucedido en Ayacucho, tan vasta extensión resultaba imposible de ser cubierta con los medios disponibles por la Infantería de Marina. La solución implicó crear los Batallones Ligeros de Combate (Balico) que incorporaban a sus filas a la totalidad del personal naval, mediante un sistema rotativo. El primero de estos batallones se activó en mayo de 1990, siendo desplegado en la zona de Ucayali luego de un año de organización y entrenamiento. Mientras dicho entrenamiento se llevó a cabo, la Infantería de Marina organizó el Destacamento Tiburón, formado con las unidades de Infantería de Marina de la I y la V Zona Naval, que asumió el control de la zona. Posteriormente los batallones ligeros de combate fueron reemplazados por los Batallones Ligeros de Infantería de Marina (Balim).

Con esas unidades, reforzadas con elementos de la Fuerza Naval de la Amazonía y de la Fuerza de Aviación Naval, en julio de 1991 se constituyó la Fuerza de Tarea 100, al mando de un contralmirante, con su puesto de mando en la ciudad de Pucallpa. El Frente Ucayali concentró sus esfuerzos a lo largo de la carretera Federico Basadre, que une Pucallpa con Lima, y el río Ucayali, que cumple similar función hacia Iquitos. En ambos ejes se establecieron sendas bases contrasubversivas43, cada una de las cuales tenía un ámbito de responsabilidad sobre el cual debía conducir operaciones de patrullaje para liquidar la actividad terrorista.

La lucha contra la subversión también se llevó a cabo en Lima y Callao, siendo así que la infantería de marina tuvo a su cargo el esfuerzo principal para debelar el motín terrorista en el penal de El Frontón, iniciado el 19 de junio de 1986. La lucha fue cruenta y si bien se logró dominar la situación, capturando a un significativo número de reclusos, las unidades involucradas debieron lamentar varias bajas.

Ese mismo año se creó la Unidad Especial de Combate para atender situaciones como la que se presentó en diciembre de 1996 cuando un comando del MRTA capturó numerosos rehenes en la residencia del embajador japonés. Al momento de producirse esa crisis, la Unidad Especial de Combate (UEC) era la única unidad en las fuerzas armadas peruanas en condiciones de actuar, y fue en torno a ella que se conformó un equipo conjunto de oficiales del ejército y de la aviación que llevó a cabo la operación Chavín de Huántar, mediante la cual se logró liberar a los rehenes.

Sin temor a equivocarnos podemos señalar que hoy en día la Fuerza de Infantería de Marina es una de las unidades de combate de mayor alistamiento en las fuerzas armadas peruanas. Su actuación en las recientes operaciones Unitas y en varios otros ejercicios dan claro testimonio de ello.

A lo largo de estos 184 años nuestros infantes de marina han combatido no sólo en Lima, El Frontón, Ayacucho y Ucayali, sino que también lo han hecho en Guayaquil, Cobija, Arica, Talcahuano. Y hoy, en cumplimiento a los compromisos asumidos por nuestro país, se preparan para intervenir en misiones de paz en Haití y Chipre.

Los hombres que hoy sirven en la Fuerza de Infantería de Marina son pues herederos de una larga y honrosa tradición de servicio a la nación, y con certeza sabrán mantener en alto nuestro lema: ¡Acción y Valor!

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